Descripción
Si alguna vez de madrugada te has descubierto en un garito mirándote los zapatos y preguntándote: «¿pero qué hago aquí?», si durante algún tiempo has habilitado la casa solitaria del desamor hasta conocer todos sus rincones; si te consideras un gato pardo; si las palabras caña, gin-tonic, verdejo o calimocho forman parte de tu vocabulario de guerra; si piensas que en esta vida casi todo es olvido excepto un puñado de verdades a las que no se puede renunciar; si no estás dispuesto a desprenderte de tu espíritu adolescente aún cuando las primeras arrugas asoman ya en tu espejo; si crees en la dignidad de los hombres de manos grandes; si sabes que el paro es una guadaña desafilada, e incluso si opinas que las palabras confortan como lo haría un salario mensual… quizá te vengan bien unos cuantos poemas sin florecitas.
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